TERRITORIOS
Estrenada en la sala Patricio Bunster de M100 en 2018, ganadora de fondart regional. Fue reestrenada en la sala principal del teatro Sidarte en enero del 2020 en el ciclo Teatro por la Dignidad.
Berta y Nicolasa, dos hermanas pehuenches, ven amenazado su territorio, lugar sagrado donde empresarios españoles, quieren construir una represa. Las indígenas no aceptan dejar sus tierras a ningún precio, mientras que el resto de los comuneros acepta las ofertas de la empresa. Movidas por su instinto y un férreo deseo de continuar con su vida campesina, las mujeres niegan el acceso a su propiedad, defendiendo los valores y una cosmovisión heredada generación tras generación.
Un joven antropólogo contratado por la empresa intenta convencerlas
bajo el argumento del progreso, el desarrollo y el trabajo. Ellas
saben que todo eso se habrá esfumado cuando terminen de construir la
obra.
Ficha Técnica
Dirección y dramaturgia: Jose Luis Cáceres
Asistencia de dirección: Daniel Verdugo
Producción y prensa: Francisca Babúl
Música: Marcello Martínez
Diseño integral: Eduardo Cerón y Tatiana Pimentel
Realización audiovisual: Benjamin Villalobos
Traducción al mapudungun: Segundo Cáceres Quintreman
Asesores de investigación: Gabriela Piña, Claudio Vilchez y Claudio Escobar
Elenco primera temporada: Sebastián Layseca, Muriel Miranda, Marcia
pavez, Aldo Bernales, Sebastián Layseca y Pablo Suárez.
Elenco segunda temporada: Lorena Capetillo, Marcia pavez, Aldo
Bernales, Jose Luis cáceres y Pablo Suárez.
CRÍTICA TEATRAL
Por Jessenia Chamorro Salas
https://www.cineyliteratura.cl/territorios-la-emergencia-de-lo-urgente/
La propuesta escénica de este montaje recientemente estrenado en la sala Patricio Bunster del Centro Cultural Matucana 100, no sólo reivindica una problemática, y es mucho más que una muestra radical de teatro político: representa también una propuesta ágil, multimodal, enérgica y conmovedora, que enarbola la insurgencia de las voces subalternas de la sociedad chilena contemporánea.
Publicado el 6.5.2018
El desgarro histórico de la causa indígena es representado durante la presente temporada en Matucana 100 a través de Territorios, una obra que enarbola una causa social y cultural que pese a estar en la palestra hace décadas -incluso siglos, si se es más exhaustivo-, no ha sido del todo considerada por el Estado chileno, en tanto institución obligada a ello, ni menos aun por los poderes fácticos, que han boicoteado por fines capitalistas la lucha que los pueblos indígenas han dado por la defensa de sus territorios ancestrales.
Bajo la dirección del reconocido dramaturgo, actor y director José Luis Cáceres (El Cañaveral, Mal parido y Territorios invisibles) y la Compañía “Teatro de la luz”, llega a M100 el montaje Territorios, cuyo argumento central es la lucha de dos hermanas pehuenches para defender sus tierras de la ambición empresarial y estatal que pretende construir una hidroeléctrica en territorio sagrado, hecho que amenaza con destruirlo y al cual las mujeres valientemente se enfrentan mientras son testigos de cómo los demás aceptan las migajas que les ofrecen por vender su tierra. Sin embargo, Berta y Nicolasa Quintremán defienden sus valores y cosmovisión hasta las últimas consecuencias.
La problemática por el territorio resulta fundamental en esta obra, porque no solo se están enfrentando pehuenches y empresarios por la disputa de un terreno específico que peligra, se están enfrentando dos cosmovisiones, dos maneras de concebir al mundo que no están en igualdad de condiciones, pues la hegemonía y el poder de una se superpone a la otra que se ha sido relegada históricamente. Mientras que para las hermanas y su pueblo el territorio que defienden es considerado sagrado y ancestral, parte fundamental de su cultura y de su sustento; para el empresariado y el Estado chileno el territorio sólo tiene un valor económico en cuanto al usufructo que de éste se puede obtener. El choque de ambas visiones es el eje que articula la disputa por el terreno en cuestión, ya que la represa que pretende construirse generará una inundación que destruirá la posibilidad del pueblo indígena de habitar la tierra como lo han hecho durante siglos.
No es azaroso que el empresariado esté representado en la obra por un español, quien no comprende ni acepta la forma de vida del pueblo pehuenche, y solo ve en la construcción del proyecto hidroeléctrico la oportunidad de enriquecerse. Tal como lo hicieron sus antepasados al llegar a Chile, en donde no solo conquistaron territorios que para ellos constituían un dominio entregado, sino que pretendieron arrasar con la cultura que allí habitaba, imponiendo su cultura, su idioma, su religión y su cosmovisión centrada en el poder económico y en el éxito individual.
Y así es cómo la Historia se repite, una vez más, debido al carácter cíclico que nos impele a aprender las mismas lecciones que aun no aprendemos. Durante el siglo XVI fueron los españoles quienes atentaron contra la tranquilidad en territorio indígena. Durante el siglo XIX fueron los propios chilenos en la llamada “Pacificación” quienes arrebataron terrenos a los pueblos originarios. Y durante las últimas décadas del siglo XX e inicios del siglo XXI, se ha repetido la historia, y nuevamente los territorios indígenas han sido amenazados por la mano ambiciosa de los empresarios y por la debilidad condescendiente del Estado chileno, que desean convertir a la naturaleza en la una industria de la cual obtener el mayor provecho posible, escudados en la idea de progreso y de modernización.
La obra está dividida en cuadros que utilizan distintas partes del escenario, el primero en la casa de las hermanas, el segundo en una simulación de cancha de tenis en donde dialoga el español con Huenchumilla, el tercero en la representación de la construcción y su debacle, y por último, el retorno hacia la casa Quintremán. Tal disposición escénica resulta de mucho interés en cuanto a la propuesta planteada, ya que otorga al espectador una visión dinámica de los acontecimientos, lo que se complementa enormemente con la utilización de la multimedialidad a través de los variados efectos sonoros, musicalización, uso de pantallas con videos interactivos, y una iluminación vivaz que propicia distintas atmósferas, las que envuelven al espectador introduciéndolo en la problemática misma; además, brindando la posibilidad de re-conocer las perspectivas en conflicto a través de una mirada que aúna lo personal con lo colectivo.
En relación con el contexto problematizado en la obra, este aborda lo sucedido en torno al caso Ralco y a la férrea protesta de las hermanas Quintremán en contra de la construcción del lago artificial que desvariaría el cauce del río e inundaría la cuenca del Bío Bío, afectando a casi una centena de familias. Debido a tal situación, el 24 de diciembre de 2013, se encontró el cuerpo sin vida de Nicolasa Quintremán en el lago Ralco, hidroeléctrica inaugurada al año siguiente tras casi diez años de conflictos sociales con los habitantes pehuenches de la zona. La obra problematiza tal episodio, pero también devela el nulo apoyo prestado por el Estado chileno y sus gobiernos a la etnia aborigen, pues el Presidente Patricio Aylwin en 1997 se había comprometido a no construir hidroeléctricas en la zona, no obstante, durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle se aprobó el proyecto Ralco a cargo de Endesa España. Es su presidente, Rodolfo Martín Vila, ex ministro de la dictadura de Franco, quien es representado como el español a quienes las hermanas Pehuenches se enfrentan. Sin embargo él no actúa en solitario, sino que es apoyado por Huenchumilla, un político de ascendencia mapuche que se vendió al sistema neoliberal, de militancia demócrata cristiana y quien traicionó a su pueblo.
Estos aspectos socio históricos, políticos y culturales son los que Territorios pone en jaque, apelando a una visión crítica de los sucesos por parte de los espectadores, y a una conciencia respecto de las situaciones desfavorecidas que hasta el día de hoy viven los pueblos indígenas de Chile, los cuales están desprotegidos frente a los poderes gubernamentales y fácticos.
Territorios devela un episodio negro en el conflicto indígena, es un llamado de alerta sobre la emergencia de lo urgente, la emergencia de salvaguardar nuestra cultura, nuestro territorio, nuestra naturaleza y nuestra cosmovisión ancestral. Emergencia de valorar a los pueblos originarios antes de que sea tarde y nos lamentemos de haber aniquilado nuestra historia por proyectos que pintan de progreso a Chile.
La propuesta escénica de Territorios no solo reivindica una problemática, no solo es teatro político, es también una propuesta ágil, multimodal, enérgica y conmovedora que enarbola la insurgencia de las voces subalternas.
Por José Luis Arredondo
https://tuiteroscultura.com/2018/05/09/teatro-territoriosjose-luis-caceres-la-tierra-sagrada/
«Nicolasa Quintreman y el territorio sagrado del Bio Bio: La líder fue encontrada ahogada en el Lago Ralco. Era el símbolo de la lucha del pueblo Pehuenche contra las grandes obras que les obligaban a desplazarse de sus tierras…»
Asi informaba el diario español «El Pais», en artículo firmado por Sara Cuentas Rámirez, sobre la muerte de la líder Pehuenche que se opuso hasta el final de sus días a la construcción de la Hidroeléctrica Ralco y todo lo que ella implicaba.
Y es de este negro capítulo de nuestra historia, y su contexto e implicaciones, que se hace cargo la obra «Territorios», de José Luis Cáceres y la compañía Teatro de la Luz, en una propuesta que nos lleva al fondo del lado más político de la historia. En síntesis la obra narra la lucha que libraron las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán, contra la multinacional Endesa España y el Estado de Chile, para evitar la construcción de la Hidroeléctrica Ralco, en el alto Bio Bio, en la década de los noventa, durante los gobiernos de Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Construcción que implicó arrasar con extensas hectáreas de tierra habitada por Pehuenches y modificar el curso del rio Bio Bio. Berta y Nicolasa se resisten a moverse del lugar y ven como todo el aparataje político de los gobiernos de la concertación y el poder económico de la empresa española las cerca y presiona. Para ellas su tierra no tiene un valor económico, no es moneda de cambio, y en este sentido su lucha se ancla en cuestiones de profunda raigambre ancestral y social. Es una lucha a muerte entre una concepción netamente economicísta (la del Estado Chileno y Endesa), y una cosmovisión de todo lo que implica un terrotorio como depositario de herencia, valores, tradiciones y modos de vida que trascienden más allá de un valor de compra – venta.
El montaje instala de forma directa y muy dinámica el conflicto, lo centra en dos aspectos que funcionan como catalizadores del drama, por un lado la lucha de las hermanas por no salir de su terruño, que para ellas implicaría un total desarraigo, y por otro las argucias, intrigas y maquinaciones de todo tipo utilizadas por Endesa y el Estado Chileno para llevar adelante el proyecto hidroeléctrico. Dos fuerzas que ocupan cada una una su espacio escénico que tiene como centro de gravedad la casa de Berta y Nicolasa.
La obra está estructurada en cuadros que actúan de manera expositiva, unidos en su progresión dramática y que se agudizan y tensionan a medida que se acerca el desenlace. A medida que se avanza en el conflicto vemos cómo las figuras políticas de la época, jugadas al máximo por la empresa española, se involucran a fondo para sacar adelante el proyecto desatendiendo de forma total la postura de quienes se oponen a la central. Las alusiones son directas, en el caso de Eduardo Frei Ruiz – Tagle, Ricardo Lagos, Patricio Aylwin y Carlos Ominami, y en escena como presonaje, el DC Francisco Huenchumilla, suerte de nexo con mucho de sirviente, entre el alto ejecutivo de Endesa a cargo del proyecto y el gobierno chileno de turno.
Por Rodrigo Quintana
“Something is rotten in the state of Denmark”, dijo el fiel Marcelo a Horacio en Hamlet de Shakespeare, para graficar cómo la neblina de la corrupción avisaba su pronta travesía fatal por el reino, luego el fantasma del padre del príncipe confirmaría en detalle los pasadizos de la traición. Sin embargo y en un paralelo, los chilenos no necesitamos en 1990 tal advertencia paranormal, pues sabíamos cómo los gobiernos de Aylwin, Frei y Lagos moverían todo su tráfico de influencias para destruir la zona del Alto Bio Bio en complicidad con Endesa España.
La obra Territorios exhibida actualmente en Centro Cultural Matucana 100 en la sala Patricio Bunster, es una puesta en escena donde el elenco formado por Sebastián Layseca, Aldo Bernales, Muriel Miranda, Marcia Martínez, Pablo Suárez de la compañía Teatro de la Luz, nos propone acceder a todas las posibilidades multimediales, para no olvidar cómo las hermanas pehuenches Berta y Nicolasa Quintremán se enfrentaron desde 1990 hasta el 2004 a la instalación del conglomerado Endesa-Concertación en las tierras donde habitaban siete comunidades de su etnia.
El director y dramaturgo José Luis Cáceres presenta el drama con sabias notas de hilaridad, pues el ninguneo oficial a través de los medios a esta pueblo es tal, que muchos historiadores chilenos conservadores han llegado a afirmar cómo los hijos de esa comunidad no tendrían ni sentido del humor.
Cáceres, como si de un cultrún se tratara, divide el escenario en cuatro espacios. Veremos la casa de las hermanas Quintremán, una cancha de tenis donde confabulan Endesa y el funcionario “Huenchumilla” de la Concertación, en el tercer ámbito nos muestran los estragos de la faena en el medio ambiente, para por último centrarnos otra vez en la casa de las hermanas Berta y Nicolasa.
De esta forma el espectador puede acerarse a este tema tan complejo de manera didáctica, con numerosos efectos ópticos muy bien adheridos a las voces de los protagonistas y construcciones sonoras que traen la presencia de la naturaleza ultrajada, más una lengua mapuche con subtítulos a nuestro idioma.
¿Qué sucedería si una raza tecnológicamente superior y espiritualmente torcida, se impusiera en nuestro país y procediera a inundar nuestros cementerios e iglesias chilenas? Sólo así se puede dimensionar la aplanadora que Nicolasa y Berta enfrentaron en defensa de su cosmovisión.
La atroz imagen del 24 de diciembre del 2013, cuando se encontró a Nicolasa Quintremán flotando en las aguas torcidas por Endesa, coronó la desdicha. Los peritajes hablan de una caída a las aguas, pero quienes saben cómo ella consiguió detener las obras entre agosto de 1997 y enero de 1998 y desde septiembre de 1998 a enero de 1999, no aceptan una explicación tan simple.
Desde que Carlos Ominami firmó El 22 de mayo de 1990, como Ministerio de Economía de Aylwin, la autorización de la central hidroeléctrica Pangue, primera etapa, se revivió para los pehuenches el encuentro brutal contra el saber de dominio europeo advertido por los antropólogos.
La sociedad industrial procede de un saber de dominio, nos explica el académico y musicólogo Gastón Soublette. Ese saber está en la base de lo hecho por Endesa junto a la Concertación, es un constructo al cual no le interesa la psique humana, terreno ése más asociado al denominado saber de salvación.
El saber de dominio es objetivar el mundo, para adquirir un señorío sobre ese objeto definido. Dicho saber desvincula del todo a lo estudiado, para conseguir un control y explotar ese conocimiento logrado. Para poder reventar la naturaleza, antes debemos denominarla “recurso natural”.
Para inundar el alto Bio Bio y arrasar con las comunidades, humillándolas, estafándolas, expulsándolas, mintiendo sobre los beneficios, debe entenderse que los capitales y sus secuaces en la política provienen de esa filosofía en forma abrumadora.
En la antropología, el saber desarrollado por las culturas indígenas y populares se define como un saber de salvación. Éste se considera como algo útil para vivir, para ser mejor persona o para crecer en comunidad. Este conocimiento emite sus sentencias no para enarbolar una teoría, sino para salvar el espíritu humano, advierte sobre las consecuencias, por ejemplo, de no conocerse a sí mismo.
El saber de dominio impuesto por el complejo Frei-Lagos es el del déspota ilustrado, busca establecer su potestad sobre todo el resto de la sociedad, o sobre todas las mundividencias que osen oponerse a su maquinaria. No dudarán, para ello, en aliarse con pinochetistas o franquistas como Rodolfo Martín Villa, presidente de Endesa.
Según Jung, el pensamiento científico sólo se basa en el principio de causa efecto o causalidad. Sin embargo, la psique humana, el alma de las personas, no se relaciona con ese mundo objetivo sólo según ese principio. Para Jung las leyes de la ciencia son una estadística y no absolutas, por ende no pueden cubrir o explicar la totalidad de los fenómenos. Con el saber de dominio podemos explicar el bosón de Higgs, pero no el por qué las personas actúan en un cosmos de hechos concatenados.
Hay hechos que generan otros, pero también éstos son resueltos por su analogía y su significación, explica Soublette. La lucha de las hermanas Quintremán es un saber de salvación, valorado en el mundo y está en la base de las acciones realizadas hoy para detener este Titanic de mezquindad, al cual le restan pocos segundos para esquivar el iceberg del cambio climático.
El siglo XXI pondrá en su lugar a Frei y Lagos, sus obras los delatarán como meros títeres de los capitales predominantes, paradigmas del hombre incompleto aludido por Jung, limitados en el cogito ergo sum e ignorantes del “sí mismo”, hojarascas de ego ambos, maderas podridas de una nueva “pacificación” de la Araucanía. En cambio, el cuerpo y alma de Nicolasa, hoy habitando ese lago, son testimonio mundial y algo mucho más grande que la vanidad de sus grises gobiernos.